Monseñor José Rico Pavés : «En el evangelio de este Domingo, Jesús sale a nuestro encuentro y nos ofrece tres caminos para vencer el miedo»

Los escolásticos definían el miedo como el temblor de la mente ante el mal. El miedo se forma en el pensamiento, afecta al ánimo y daña la libertad. Sabe bien el Señor que el corazón humano se encoje ante la experiencia del miedo y se incapacita para amar. Por eso, con su enseñanza, con el ejemplo de su vida y con el don de su gracia, Jesucristo nos ayuda a vencer el miedo. En el evangelio de este Domingo, Jesús sale a nuestro encuentro y nos ofrece tres caminos para vencer el miedo.

     El primer camino consiste en plantear la vida de cara al Señor y no de cara a los hombres, viviendo en coherencia por dentro y por fuera. Es el camino de la trasparencia. Quien vive con la misma rectitud a escondidas o en público, nada teme. Quien se sabe en la presencia de Dios, no busca aparentar lo que no es, no busca el aplauso fácil o la simpatía fingida de quienes le rodean. «Nada hay oculto que no llegue a saberse», nos dice Jesucristo. Para vencer el miedo, lo primero es siempre la transparencia de vida: que la bondad no sea fingida, que la enseñanza que recibimos del Señor sea proclamada sin recortes ni filtros: «lo que os digo en la oscuridad -afirma el Señor- decidlo a la luz».

     El segundo camino pasa por tener claridad sobre lo realmente importante: es más importante la salud del alma que la salud del cuerpo. Jesús nos dice que no debemos temer a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Nuestra vida se llena de miedos cuando invertimos el sentido de lo verdaderamente importante. Si nuestras preocupaciones están únicamente en alcanzar cada día seguridades materiales para un bienestar que siempre será pasajero, nos veremos volcados en afanes que nos vaciarán por dentro. Por el contrario, si buscamos primero el Reino de Dios y su justicia, si somos conscientes de que hemos sido creados para la eternidad, cuidaremos la relación con el Señor y, desde Él, con los demás. El segundo camino es el de la prudencia y sensatez: distinguir lo importante de lo secundario, para gastar la vida en aquello que nos prepara para la eternidad.

     El tercer camino es el de la confianza, que se debe poner en la fidelidad de Dios y no en nuestras fuerzas. El miedo se vence con actos de confianza en el Señor. En eso consiste el testimonio: dar la cara por Cristo y su Iglesia, sabiendo que Él nos sostiene.

     Pidamos por los nuevos diáconos de nuestra diócesis para que crezcan cada día más en entrega a Cristo y a la Iglesia, sembrando con su testimonio la confianza que vence todos los miedos.

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

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