Monseñor José Rico Pavés : «El mes del Corazón de Jesús nos ofrece esa admirable oportunidad: prestar oído a la Palabra, para conocer mejor el Corazón. Junto a la escucha de la Palabra, la participación cada vez más fructuosa, activa y consciente en la Eucaristía constituye el medio principal para honrar el Corazón de Jesús y ser abrasados en el fuego de su amor»
Al final de la noticia puedes escuchar estas palabras de Monseñor Rico Pavés
El mes de junio está especialmente dedicado a contemplar el misterio del Corazón de Jesús. Si a lo largo del año litúrgico se nos ofrece el regalo inmerecido de tener parte en los mismos sentimientos de Cristo, la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, que se celebra el viernes posterior a la semana del Corpus Christi, da un tono especial a todo el mes. En el corazón humano del Hijo se revela el amor único de Dios, que comparte con el Padre y el Espíritu Santo. Ese amor se manifestó en la predilección por los niños, los sencillos y los humildes; en la compasión y cercanía hacia los enfermos y los que sufren; en la atención hacia los marginados; y en la misericordia hacia los pecadores. Jesús manifiesta especial predilección por los que padecen, hasta identificarse con ellos.
Al final del siglo VI, el papa San Gregorio Magno, daba un consejo siempre actual a un amigo seglar, el médico Teodoro, a quien decía en carta: «aprende el Corazón de Dios en las palabras divinas para que con más ardor suspires por los bienes eternos» (Ep 5, 46). La Palabra de Dios proclamada en la asamblea litúrgica y meditada en el diálogo de la oración aparece como el camino privilegiado para aprender el Corazón de Dios. El mes del Corazón de Jesús nos ofrece esa admirable oportunidad: prestar oído a la Palabra, para conocer mejor el Corazón. Junto a la escucha de la Palabra, la participación cada vez más fructuosa, activa y consciente en la Eucaristía constituye el medio principal para honrar el Corazón de Jesús y ser abrasados en el fuego de su amor.
Pues bien, la palabra de este domingo, proclamada en la celebración eucarística, nos descubre el secreto del Corazón de Cristo. Jesús se compadece al ver a la gente extenuada y abandonada, “como oveja sin pastor”. En esa situación, nos invita a pedir al Señor que envíe trabajadores a sus mies, llama a los Doce, les da autoridad para cumplir sus mismas obras y los envía con instrucciones precisas: “id y proclamad que el reino de Dios ha llegado, curad enfermos, expulsad demonios… Dad gratis, lo que habéis recibido gratis”.
Pidamos al Señor que colme nuestra Iglesia de santas y abundantes vocaciones, al matrimonio, a la vida consagrada y al sacerdocio, para que, quienes hemos sido inflamados en el amor que brota del Corazón de Cristo, hagamos partícipes a nuestros contemporáneos de los secretos de este Corazón.
+ José Rico Pavés
Obispo de Asidonia-Jerez