El pasado 24 de septiembre, día de nuestra Patrona la Virgen de la Merced, viví una anécdota simpática, llena de luz para el momento del año en que nos encontramos. Al terminar la Santa Misa y salir de la Basílica de La Merced fui saludando a las personas que estaban terminando las alfombras de sal que las diferentes Hermandades preparan con tanto esmero para el paso vespertino de la Bendita Imagen de la Patrona. El ambiente era alegre y muy familiar, con presencia de pequeños, jóvenes y adultos. Junto a una de las alfombras fui abordado por una niña que, con inquietud, como completando una conversación ya iniciada, me preguntó: – Entonces, ¿tú has visto a Jesús? Respondí con rapidez: – ¡Claro! Lo que provocó su pronta réplica: – Pero, en el mundo real… Entendí que aquella niña no buscaba una respuesta de compromiso sino una ayuda para su fe en ciernes. Recordé entonces el pasaje evangélico de san Mateo, capítulo 25, en que Jesús, anunciando en parábola el juicio final, respondió a la pregunta de justos y pecadores “¿Cuándo te vimos, Señor, con hambre o con sed, forastero o desnudo, enfermo o en la cárcel?” Y Jesús respondió: “cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”. Sabedor de que el Señor nos asegura que le vemos a Él cuando hacemos el bien a los más necesitados, le contesté a aquella niña valiente: – ¡Claro que he visto a Jesús y tú también puedes verlo en el mundo real si te portas bien con los que más sufren! La niña me miró y ya no me volvió a preguntar. A día de hoy no sé si mi respuesta le ayudó. Hoy no tengo duda de que su pregunta a mí me hizo mucho bien. Aquella niña conocía el mundo de las Hermandades, pues trabajaba en una de ellas alfombrando el paso de la Imagen de la Virgen. Y estoy convencido de que apreciaba las imágenes y Titulares de su Hermandad y de otras Hermandades. Pero ella quería ir más allá; quería saber si alguien había visto a Jesús en el mundo real. 

​En la semana previa a la Semana Santa, la organización eclesial de Cáritas, de nuestra Diócesis de Asidonia-Jerez, ha organizado la decimoquinta Semana de la pobreza y de la exclusión, entre los días 18 al 20 de marzo. En esta ocasión, la temática se ha centrado en la formación de un voluntariado que responda a las exigencias del momento presente. En tres sesiones se ha abordado la necesidad de cambiar, cómo hacer a los jóvenes partícipes del compromiso de caridad y cómo sostener interiormente la espiritualidad de los voluntarios. Se empieza a ser voluntario de Cáritas pensando que es bueno ayudar a otros; se persevera en el voluntariado descubriendo que, cuanto más se vuelca uno en el servicio a los demás, más se sabe él mismo ayudado. En la lógica de la caridad evangélica el que más tiene es el que más da. Dándose es cómo la caridad crece, hasta el punto de cambiar incluso la mirada. Llega a ver a Jesús, quien se da al necesitado. 

El día de la Patrona el Señor me hizo una hermosa merced en aquella niña, cuya pregunta me despertó, una vez más, a la verdad preclara del evangelio: para ver a Jesús -como insistentemente nos recuerda el Papa Francisco- hay que tocar su carne en el necesitado: dar de comer al hambriento, de beber al sediento, hospedar al forastero, vestir al desnudo, visitar al enfermo y encarcelado. 

A las puertas de la Semana Santa, en la que acompañaremos las Imágenes Benditas que representan magistralmente la pasión, muerte y resurrección del Salvador, la semana de la pobreza y de la exclusión pone ante nuestra conciencia la verdad que no debemos esconder: para ver a Jesús es necesario buscarlo en los pobres y excluidos. La fecundidad de la devoción con la que acompañaremos a los Titulares de nuestras hermandades y cofradías se reconocerá solo si somos capaces de socorrer a Jesús en el mundo real.

+José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez